CUIDADO BÁSICO DE LA PIEL

Por la naturaleza química del maquillaje facial, éste se remueve más fácilmente mediante una crema limpiadora que ha sido formulada específicamente para disolver o remover las sustancias grasas que retienen los pigmentos o suciedad en la piel. Las cremas limpiadoras también tienen efecto sobre un tipo de aceite natural de la piel denominado “sebo” que puede solidificarse sobre los orificios sebáceos y pilosebáceos. Estas placas sólidas no pueden removerse mediante el uso de agua y jabón o de solventes de grasas. De aquí que uno de los factores más importantes de la eficacia de las cremas limpiadoras es el hecho de que son capaces de disolver y remover estas placas de los orificios de los conductos sebáceos.

Cuando se expone la piel continua y prolongadamente a soluciones de agua y jabón se contribuye a la resequedad del estrato córneo. Esto se debe a que se están removiendo en exceso las grasas naturales de la superficie de la piel, así como también a la disolución de los componentes higroscópicos solubles en agua que la constituyen llevando todo esto a su sequedad.

Una piel joven tiene una buena capacidad para la regeneración de lípidos y componentes higroscópicos, pero no así una piel madura en la cual una de sus características es el decrecimiento parcial de estos componentes higroscópicos solubles en agua y de aquí una piel seca.

En la piel madura también se tiene una deficiencia en la producción de grasas naturales de la superficie de la piel y esto se debe a una contribución menor en la producción de las glándulas sebáceas que se incrementa en climas fríos y por una disminución de los lípidos entre los corneocitos. En climas fríos el sudor es mínimo y no hay emulsificación de las grasas de la superficie además que esta película estará deficiente de agua.

El jabón al disolverse en el agua presenta una gran afinidad por las grasas, lo que en exceso, puede producir un desengrasamiento de la piel y por consiguiente resequedad.